Periodismo ¿Qué hemos ganado?

He vivido estos días una curiosa experiencia: viajar al pasado, incluso a un cuarto de siglo atrás y más. Bajé del altillo el viejo vídeo Beta y dos cajas de cintas. Y hasta que feneció –quizás por el largo desuso-, he estado buceando en un tiempo que permite aportar una perspectiva de cómo muchas cosas se han ido gestando. Especialmente el periodismo, en particular la televisión.

Recuerdo entonces cómo nos concedía una entrevista para Informe Semanal, un ministro recién defenestrado, caliente aún su bilis. Entrábamos en las cárceles y nos hablaban los delincuentes, abogados, jueces, expertos. Ciertamente, todo el mundo nos atendía. Políticos, catedráticos, el más famoso entre los famosos… que tuviera algo qué decir. Y lo que se denunciaba tenía repercusión. Disponíamos de tiempo, además. Las intervenciones en un reportaje podían durar un minuto, dos, no 10/15 segundos como ahora. Técnicamente, la imagen resulta hoy arcaíca, con moho, en muchos casos, no en todos. Mis mínimas posibilidades de edición no me permiten en este momento mostrar los ejemplos que me gustaría.

España ha cambiado mucho. Veo una ejecutiva del PSOE, en no sé qué crisis, y todos, absolutamente todos, son hombres. En realidad, en todos los partidos, consejos de administración, gradas de los estadios de fútbol incluso, sólo se veían hombres, como ahora en los países musulmanes.

Rescato un programa de La Clave, aquel lugar imprescindible al que acudían políticos de primer nivel, expertos de primer nivel de aquí y extranjeros, y ni un «tertuliano«. Para hablar con toda calma, con toda profundidad. No se había inventado aún el discurso de píldoras que consagró desarrollar una idea en 59 segundos.

José Luís Balbín trata en esta ocasión una de sus obsesiones: mantener la privacidad. Y allí me encuentro a un señor del PP, García Margallo, indignadísimo porque en España se iba a implantar… el NIF. Él y su partido «se oponían radicalmente» -eso sí permanece inalterable-. Por esta informatización de los datos, aumentaba el control y se avecinaba una intolerable persecución fiscal. Los ingresos debían venir… reduciendo el gasto público. Lo peor es que un experto aseguraba que fichar con más datos a los ciudadanos era “ir contra el mundo moderno”. Resulta casi doloroso ver los derroteros que ha tomado la “persecución” fiscal, y… el control de la sociedad.

Otro reportaje –que me costó sangre, sudor y lágrimas, que ni siquiera leí en protesta por las presiones recibidas- habla de la puesta en marcha de la LODE. Dos años de recursos del PP, 3 marchas sobre Madrid con Iglesia católica incluida, récord de enmiendas en el Senado, 16 meses en el Tribunal constitucional que se pronuncia… a favor. ¡Adónde íbamos a llegar! ¡La democracia jamás se había encontrado con semejante reacción de rechazo! Y total se trataba de implantar la educación obligatoria y gratuita hasta los 14 años, arbitrar que los colegios concertados recibieran subvenciones y no cobraran a sus alumnos o crear la figura del Consejo Escolar con amplia participación de padres y profesores en la educación.

Y ahora quiero que prestéis atención a este breve fragmento. 1990. Matanza de Puerto Hurraco. Un reportaje del que estoy «casi» muy satisfecha. El montaje de urgencia, en dos cabinas, y terminado a la hora de emisión, me cuela al comienzo un vergonzoso regodeo en el dolor. Ése es el «casi«. El resto trata de buscar causas. Y lo que he seleccionado es lo que me llamó poderosamente la atención. Acababan de echar a andar las televisiones privadas, fue su puesta de largo.

La matanza de Puerto Hurraco tuvo un responsable fundamental: el aburrimiento. Pero allí estalló la competencia por cazar el máximo bocado posible al “pastel publicitario”, ése que en España es “como para una boda”, dado que somos el tercer país del mundo en impactos publicitarios. El editor de Informe lo vio enseguida, en el acto, por eso se ensañó con las imágenes de dolor del comienzo. El festín había comenzado. Luego vendría Alcasser y todo lo demás.

Asisto a reuniones de jóvenes periodistas, a sus debates por todo tipo de medios. Les preocupa su futuro, en demasía “el modelo de negocio” y si tendrá mejores resultados en web o en papel -debo reconocer que esa disyuntiva ha llegado a saturarme-. Y todo se resume en bien poco: hay demasiados periodistas, como hay demasiados tenderos, fabricantes de coches y de todo lo que se venda. Las empresas periodísticas también tienen la vista puesta en “la venta”. Ése es el problema esencial.

¿Qué hemos ganado con la supuesta pluralidad? ¿Ampliar los jugadores en busca de negocio? Ni siquiera. ¿Defiendo los monopolios? No. Además eran inviables ya entonces con la comunicación por satélite y después con Internet. Lo que sí sé es que algo se hizo muy mal, porque la ciudadanía estaba mejor informada que ahora con la masificación. Que lo uno llevó a lo otro y que no hay más voces para cumplir el derecho y la necesidad social de la información. Sólo hay más grupos y personas buscando de qué vivir de una forma que al menos les satisfaga humanamente. Pero buena parte de ellos sólo encuentran frustración. Y mucho miedo al futuro, en el mejor de los casos. Puede que la mayoría estén tan perdidos como el resto de la sociedad.

Gran parte de lo que está ocurriendo en España y en el mundo se debe a la deriva tomada por periodismo, al hurto de la información, no deliberado en todos los casos. No es de recibo que haya más periodistas que vecinos en un suceso ¿verdad? ¿Alguien me puede explicar qué hemos ganado? Éste fue el comienzo. Lo repito

G20: «Compóntelas como puedas»

Fantástica foto de EFE portada de Público: Antidisturbios en Toronto.

El G20 primero, el G8 antes, reunidos en Toronto (Canadá), han acordado que las soluciones a la crisis que atravesamos sean «ajustadas a las circunstancias nacionales”. Es decir, que cada uno se las apañe como pueda. Y, al mismo tiempo, los países emergentes –que sí tienen dinero y ya sabemos a costa de qué la mayoría- logran que no salga adelante una regulación financiera. Pésimas noticias en su conjunto: la política ha abdicado. Las reuniones de Toronto así lo certifican. Estamos en el peor de los escenarios posibles entre los que podían darse.

Creado arbitrariamente en 1973, a petición de EEUU, el G8 consiste en la reunión de un grupo de países industrializados del mundo que poseen peso político, económico y militar. Pero no son ni los ocho países más industrializados, ni los de mayor renta per cápita ni los que tienen un mayor Producto Interior Bruto. Nació como G7, con Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido. Un día llamaron a Rusia, tras caer el telón de acero. Durante unos años fueron G7 más, Rusia. Ahora ya son G8. Nadie los ha elegido más que en sus respectivos países, pero ellos deciden por todo el mundo de alguna manera.

¿Alguien podría citar qué ha conseguido el G8 en sus cumbres? Por ejemplo, reducir cada vez más la aportación a los países pobres para cumplir “los objetivos del milenio” que dictó la ONU en el año 2000. ¿Algo más? A mí me llamó poderosamente la atención cómo exoneraron de condena al dictador de Zimbabue, Robert Mugabe, en una histórica reunión, la de Hokkaido (Japón) en 2008. Histórica, porque fue la primera en la que, además de ver las grandes limusinas y paradisíacos hoteles, supimos que comían los líderes mundiales: un menú de hasta 19 platos, regados con sake y champán francés. Allí tenían que resolver qué hacían con la crisis alimentaria: dijeron que no sabían como ponerle coto. Y marcharon hacia sus casas tan tranquilos.

Se preguntan ahora cómo han podido gastar 800 millones de dólares en una reunión de fin de semana. Evidentemente no han cambiado su dieta, ni sus hábitos, y ahora ya son G20, muchos más. Añadamos el costo de la seguridad para un nutrido grupo de líderes y sus séquitos. El caso es que se han gastado 800 millones de dólares para no encontrar soluciones. Ese dinero es nuestro, nunca debemos olvidarlo. La grandilocuente declaración del año pasado ha quedado en nada. No se ha llevado a término apenas ninguna de las medidas acordadas para resolver la crisis. En lugar de «refundar» el capitalismo, el capitalismo se ha «enfundado» en su más cruda versión.  Por tanto, en esta ocasión ni se han molestado en hacer el paripé.

G20. Territorio Vergara. Público

 Obama es partidario de aumentar el gasto público (para estimular el consumo y el crecimiento) y quienes mandan en la UE de reducirlo, a costa de graves mermas en el estado del bienestar. El EEUU de Obama, y los gobiernos conservadores de Alemania, Francia y Reino Unido apuestan por regular por su cuenta el mercado financiero. Poco harán. No mandan. Quizás algo, ya veremos.

En España entretanto vemos a Zapatero entusiasmado con la nueva religión del “mercado”, no más incremento del gasto público, del gasto social. Y a Rajoy que, en lo poco que dice de su “programa” económico, se muestra no partidario de la tasa bancaria. ¿Un visionario? ¿Un rebelde emergente? No, el mayor y más desvariado colaborador del “sistema” neoliberal… más aún que el renovado Zapatero, que ya es decir. Al menos, al presidente le gustaría, dice, ir a un impuesto bancario.

Se nos están llevando el dinero a manos llenas. Sin controles, ni impuestos, con el llamado “secreto bancario”, atesoran en los paraísos fiscales una cantidad de dinero obscena e impronunciable. Pero que en estimaciones de Merryl Linch, equivale a 3 veces el PIB de EEUU, o de la UE, o a 13 el de la India. En España hay 143.000 personas, según el mismo informe, que guardan libres de cargas en opacas cuentas 175.000 millones de euros, según los técnicos de Hacienda, Gestha, en este caso. Echad un vistazo a estos gráficos de Expansión. Y a mí, sin ir más lejos, la Agencia Tributaria se me ha llevado casi todo el plan de pensiones, por no tener dinero para reclamar los errores judicialmente. Tú y yo, además, pagamos las carreteras, calles y servicios que estas grandes fortunas usan pero eluden contribuir a su creación y mantenimiento.

Con todo, lo más inquietante es el escenario en el que todo esto se desarrolla. La crisis partió de la quiebra de los bancos por prácticas fraudulentas. Los gobiernos les “inyectaron” dinero, tanto que, en ejemplo gráfico de Susan George, “si cada dólar fuese un segundo, en el reloj pasarían 400.000 años”. Y ahora son los que deciden y ordenan medidas a nuestros representantes políticos, caídos en una profunda sima.

He escuchado esta mañana a desmemoriados periodistas decir que con Obama acaba la hegemonía de EEUU, a manos de los países emergentes. En mi último libro, 2008, escribí esto, basada naturalmente, en lo que leía aquellos días:

“Con Bush hijo, acaba la época de mayor prosperidad económica e incluso –aun persistiendo grandes desigualdades- social de EEUU. Su gestión ha tenido importancia decisiva en el hundimiento económico de su país, en la quiebra del sistema. El mundo tardará muchos años en reponerse del mandato de George W. Bush”.

Las recetas de China, India o Brasil se imponen y aún en estos dos últimos países tienen un rostro humano, no así en China. Pero sobre todo se impone el desconcierto mundial. De todos, el más preocupante futuro es para la UE a la deriva, y, en ella, uno de los países peor parados es España. Sigamos preocupados por el Estatut, el burka, por la trascendental disyuntiva de una parte del periodismo joven entre «web y papel», y por lo que llaman “rifirrafes” políticos. O por ver lo bien qué marcha mi ONG u organización progresista por sí sola. A mí comprobar que el inexorable cumplimiento del plan que se atisbaba y en sus peores salidas previstas, me asusta realmente. Por lo que ha de venir, lógicamente.

Hes loke ay

«Ezo mizmo digo yo» titula www.microsiervos.com (donde lo he encontrado) que añade: «enviar su perla de sabiduría le costó 1,39€».

Y yo recuerdo a mi padre diciendo: «Donde no hay mata, no hay patata«. Cuánta razón tenía. Es lo que hay.

Como apunta, sagaz, Flashman en los comentarios, la televisión era ¡Intereconomía! esa joya que nos regala Esperanza Aguirre.

Reventemos el Monopoly

He de hurgar por webs que no son de difusión masiva para encontrar datos de lo que está pasando en las cloacas del sistema, que, a la vez, son sus motores. Este domingo -al parecer, otras fuentes dicen que fueron heridos-  un centenar de personas murieron en Bangladesh en las manifestaciones para pedir un salario digno. Y no lo he visto acaparando titulares. A Sara Carbonero y Victoria de Suecia, sí.

Manifestaciones de trabajadores textiles en Bangladesh (2006, desde entonces protestan)

A Bangladesh le llaman “la sastrería de occidente”.  Allí se cose para las grandes cadenas de ropa. El 40% del vestuario que venden las marcas españolas, por ejemplo, lo confeccionan en países donde no hay garantías de respeto a los derechos laborales, ni seguridad, ni higiene siquiera. En todo el mundo, cerca del 70% de las prendas que usamos se elaboran en paises en vías de desarrollo. Bangladesh ha de enfrentarse a la competencia por el trabajo basura, el que también hacen chinos, vietnamitas o indios. Y les han bajado sus miserables sueldos. Ahora cobran 15 euros al mes por jornadas de 18 horas, sin vacaciones. A los niños de entre 5 y 15 años aún les pagan menos: 10 euros. Al mes. La silenciada historia de sus protestas alcanza ya varios años.

En India, 55 millones de niños trabajan en la elaboración de la artesanía textil. En otros países como Pakistán ni se sabe. Las multinacionales de ropa deportiva han perfeccionado la estrategia y ahora hacen que los niños trabajen desde casa, nos cuenta Nueva Tribuna.

Inditex ha cerrado su fábrica de Bangladesh, pero H&M mantiene las suyas. El año pasado pagó de impuestos… 60 euros.

Cuando veo en Madrid, cada vez más en el centro, las exitosas tiendas de ropa a precio irrisorio, ya no puedo dejar de pensar en el dolor que han costado. Pero parece ser que quienes se dejan la vida cosiendo prefieren cobrar esos 15 euros al mes que no disponer de ellos.

Millones de miserables con dignidad para luchar y morir por sus derechos cimentan el sistema. Para que aumenten los beneficios de unos pocos y no sepan ya ni en qué gastar su sucio dinero. Ese “Monopoly” jugado en escenarios reales avanza implacable. Publica The Guardian que Grecia ya pone a la venta sus islas, como le recomendó Alemania, casualmente. Incluso Mykonos que le da buenos beneficios con el turismo. Los inversores, en su mayoría rusos y chinos, -dice el diario británico- se muestran interesados también por Rodas. El Gobierno griego ha protestado airadamente por la noticia, con curiosas matizaciones: algunas islas ya son de propiedad privada. De cualquier modo, la defensa de esos territorios costó sangre desde la más remota antigüedad. Y ahora se vende, o se alquila, “al capital”, cuyas víctimas son menos visibles, y menos aireadas.

Myconos ¿en venta?

Todo esto no sucede muy lejos. Cada vez está quedando el Monopoly en menos manos. Y su apisonadora extiende más sus tentáculos. La poderosa Alemania ya tiene adquirida buena parte de nuestras Islas Baleares, a cuenta de inversores privados. No digo más.

Definitivamente, la situación actual es descorazonadora. Pero no han de poder con nosotros. Hablaba estos días en España la prestigiosa intelectual Susan George de que son 9 millones de personas las que están al mando de la situación. Cabrían, dice, en el Gran París. Cerca de 7 mil millones ya de ciudadanos del mundo, padecen su codicia y la complacencia y cooperación de nuestras autoridades. Hay soluciones. Y están definidas: nacionalizar total o parcialmente los bancos que hayan requerido ayudas estatales, y arbitrar una tasa mínima para las transaciones financieras internacionales. La tasa Tobin que propugna ATTAC.  Hay que reventar, pacíficamente, el «Monopoly» de la economía-casino.

Y, más que nada, unión y organización entre los ciudadanos. Casi ninguno de nuestros políticos, encandilados con «el sistema» lo va a hacer. Decir esto acarrea ciertos riesgos. Moratinos y Diego López Garrido estuvieron la semana en una reunión de la UE, en «Bruselas«, ya sabéis, en la que aprobaron vigilar a personas de ideas «radicales» como las que atacan su precioso «sistema«. Ése que alienta lo que ocurre en Bangladesh o en Grecia. Estoy convencida de una cosa: contra todos juntos, no podrían.

Camino de Mallorca ¿mar, aire y sol privatizados?

 

Juicio al tren

12 muertos y 14 heridos (3 en estado crítico). Ha ocurrido esta noche en Castelldefels (Barcelona). Fueron arrollados por un tren -diferente del que se habían apeado-, al cruzar las vías por un lugar indebido cuando se dirigían a la playa a celebrar la verbena de San Juan.

El tren es mi medio de transporte favorito. Conozco su funcionamiento en España y fuera de ella. Mucho ha llovido desde aquellos que consagraban las diferencias sociales al habilitar vagones “de tercera”, modismo que se convirtió en tópico degradante para designar a ciertos ciudadanos. Un día se acabó también su proverbial impuntualidad, ahora salen y llegan como un reloj suizo. Algunos…

Los ferrocarriles españoles comenzaron a modernizarse con el AVE Madrid-Sevilla construido para la Expo del 92. Hoy tenemos un nivel de Alta Velocidad como en los países más desarrollados. De hecho, más que en la mayoría.

En un principio fue una renovación de fachada y, de alguna manera, lo continúa siendo. Frente a los modernos convoyes persistían incontables kilómetros de vías anticuadas y, lo que es peor, de vía única. Es decir, el tren tenía que parar en una estación para que pasara el contrario. Esto ocasionó graves accidentes por choque, sobre todo en los primeros años 2.000. Que yo sepa esta circunstancia persiste en parte. He encontrado noticias de obras de construcción en diferentes tramos y, también, de supresión de pasos a nivel, otro terrible problema que sigue afectando al trazado ferroviario español.

El hecho es que –dado que he pateado buena parte de España-, he visto y tenido que atravesar vías sin ningún paso: ni subterráneo, ni alzado. En un gran número de comunidades. Y también por pasos inferiores estrechos, sin escalera mecánica, donde uno se ve obligado a arrastrar la maleta, y ya no digo si tuviera que moverse en silla de ruedas. Imposible. Quiero con esto decir que la desgraciada imprudencia de los jóvenes de Castelldefels, corresponde, sin duda, a un hábito.

La nefasta dirección del hoy resucitado para la política Álvarez Cascos se cubrió con un manto de impunidad. Las deficiencias en la construcción del AVE Madrid-Zaragoza-Barcelona llegaron incluso a parecer insoslayables. La locura de hacer una estación en Yebes, a varios kms. de Guadalajara, para unos 15 viajeros diarios, pero, eso sí, cerca de la urbanización de familiares de Esperanza Aguirre, fue otra de sus proezas. Las vías y pasos a nivel de todo el territorio allí se quedaron. Y lo que sí hizo fue “organizar” RENFE, separarla en distintas empresas –Grandes líneas, Alta Velocidad, etc..-. En las charlas propiciadas por retrasos, averías y demás de los trenes desfavorecidos, un interventor me contó: «Antes teníamos una veintena de altos cargos, ahora más de doscientos«. Creo redordar que dijo exactamente 240.

Porque en esa política de fachada de la que hablaba, se llega de Madrid a Barcelona, en AVE, en menos de 3 horas y… en 7,24 a Vigo ó 6,22 a Almería, en anticuados  talgos o intercitys. Por viejos, el talgo era comodísimo. La distancia entre Madrid y estas ciudades ronda los 600 Kms. En todos los casos. Algo menos a Almería.

Se ha hecho un enorme esfuerzo. Ojala en todos los servicios de este país se hubiera hecho el mismo. Pero… se ha expulsado del tren a muchos viajeros por lo elevado de sus precios. 113 euros Madrid-Barcelona, más de 200 en ida y vuelta, en oferta de Internet, lo más barato. En la caótica página de RENFE ya no es fácil encontrar otros costos que no sean para adquirirlos en web. En ventanilla es más caro. Y así ocurre que no se saca todo el rendimiento a la enorme inversión. El AVE español tiene el 20% de ocupación, comparado con el de Francia, dijo un experto en un reportaje de Cuatro. Si es así, estamos hablando de un dispendio que habría de ser resuelto… bajando precios.

Por otro lado, la rentabilidad ha suprimido líneas y paradas. José me escribe, adjuntando fotos, sobre el abandono en muchas zonas. No todo el mundo dispone de coche, no a todas partes llega el autobús que ha de sufrir atascos de carretera. Quitar el tren a una ciudad o pueblo, es quitarle vida.

Los trenes que conozco de Europa son mucho peores que el más viejo de los españoles. En Suecia, por ejemplo. Y no hablemos del que enlaza Alemania, Bélgica y Francia. Sus deficiencias motivaron un post francamente irritado.

Interior del tren internacional germano-belga-francés

A mí me gustaba el tren que caminaba algo más despacio para saborear el paisaje, para hacerte sentir “en viaje”. El que propiciaba conversaciones y aventuras. El que me permitía fumar -en el vagón de los apestados-, mientras leía o veía una película. Pero es lo que hay.

En este juicio al tren, lo absuelvo, a expensas de que corrija sus errores. La lástima ha sido ese accidente de Castelldefels que ha teñido de sangre, el rojo festivo del fuego. Todo mi apoyo para los familiares de las víctimas.

Alimentando voraces parásitos

Conviven en la actualidad una serie de noticias, de hechos, que espeluznan. Nunca la realidad se ha mostrado con tanta crudeza, con tanto descaro, ante nuestros ojos y, sin embargo, no ocurre nada, la sociedad dócil no se inmuta, se acobarda, simplemente.

Ya tenemos en España aprobada la llamada reforma laboral. La agencia de noticias estatal EFE ha sido la primera en acogerse a sus bondades y va a poner en la calle a una serie de trabajadores.

Los británicos asisten a sus propias “medidas”: Subida del IVA hasta el 20%, congelación por dos años de los salarios de los trabajadores públicos (que como todos en ese país cobran el triple que los españoles), congeladas también por tres años las ayudas a las familias con hijos, endurecimiento de las condiciones para mantener o conseguir la baja laboral por incapacidad permanente o restricción de las ayudas a la vivienda (todas ellas, igualmente, mucho más cuantiosas que las nuestras). Eso sí, las medidas se acompañan de un aumento del 18% al 28% de los impuestos a los rendimientos del capital. Recortan, de todos modos, el estado del bienestar, ése que nosotros jamás he conocido en el mismo nivel.

Los franceses, entre otras cosas, van a sufrir el agravio de jubilarse a los 62 años en lugar de a los 60 como ahora. Aquí, y en otros países europeos, pasaremos de 65 a 67. Pero los franceses se aprestan a una huelga general de protesta, sin dilaciones.

¿Y todo eso por qué? Lo mandan “los mercados”, el FMI, Bruselas, y hasta el Banco de España. Mandan más, de hecho estamos sólo empezando la larga senda del vía crucis. Hay que defender “el sistema”. Pero este tiempo de ajustes, de parados, y de miedo, ha servido para que los dueños de “el sistema” se enriquezcan aún más. Cada vez hay más ricos atesorando más riqueza:

“El porcentaje de población con más de un millón de dólares en activos (unos 800.000 euros al cambio actual) creció un 17,1% en 2009, hasta los 10 millones de individuos, que juntos acumulan una riqueza de 39 billones de dólares (31,7 billones de euros), un 18,9% más del volumen que acaparaban en 2008, según un informe de Merrill Lynch con Capgemini». Merrill Lynch, otro de los portavoces de “el sistema”, que precisó ser «rescatado«, adquirido más bien por el Banco de América.

En esta España en crisis y acosada, 143.000 personas se forraron el año pasado y se dedicaron a “gastos pasionales”: yates, joyas, obras de arte y, por ejemplo, alguien ocupa estos lujosísimos hoteles. Nuestras penurias son para regalar valores superfluos a 143.000 personas, no más. En el club, ingresaron 16.000 personas que han traspasado la frontera de los mil millonarios sacando provecho de los apuros económicos de los demás ¿o qué otra cosa es esta crisis?

El futuro de España vene marcado con ejemplos. Esperanza Aguirre, la popular y “popular” presidenta de Madrid, promete todos los medios a un sarao familio-católico de los habituales, mientras merma el parque de ambulancias. Y más:

 El Gobierno de la Comunidad de Madrid pagaba, presuntamente, a Marketing Quality Management (MQM) -empresa que se coordinaba con la trama Gürtel-, con facturas hinchadas (hasta un 400%) los actos en los que participaba Esperanza Aguirre Por ejemplo,  el homenaje de 2008 a las víctimas del 11-M. Por la escenografía de este acto, que apenas duró cinco minutos, MQM cobró 118.595 euros. Todo esto obra en las investigaciones judiciales.  Pecata minuta ciertamente frente a otros dispendios probados como el fiasco de la Ciudad de la Justicia: millon y medio de euros.

  Y, mientras, auspiciando mierda mediática, como nos cuenta Javier Pérez de Albéniz.  

¿Y los otros? Acatando dictados de “los mercados”. Prometiendo que el Estado -que es lo nuestro- adelgazará al máximo en 2011, Parece que a Antonio Gutiérrez le van a poner una multa por no seguir “la disciplina de voto”. Como dice mi hijo, quienes la infringieron (con los españoles) fueron el resto de los diputados. Mi voto, insisto, es para Antonio Gutiérrez.

    Utilizan la demagogia para engañarnos y apelar a nuestros miedos. Todos. Aquí y en el resto del mundo. Tradicionalmete, se considera demagogia lo que yo me dispongo a hacer. Buena parte de los 143.000 ricos riquísimos españoles -los conozco bien- son como esta garrapata social:

Si los sensibles espíritus de muchos ciudadanos no se ofenden, pediría abrir todos los informativos con los dispendios de los parásitos milmilonarios (ahora que recuerdo Cospedal está casada con uno, mucho mayor que ella)  frente a esta otra realidad, consecuencia de «el sistema» que alimentamos. Pero, vaya por dios, esto sería… demagogia.

Mi voto para Antonio Gutiérrez

 Antonio Gutiérrez, diputado del PSOE y presidente de la Comisión de Economía, también ex secretario de CCOO,  ha roto la llamada “disciplina de voto” para no secundar la aprobación de la reforma laboral. En una tribuna de El País ha explicado las razones, argumentadas y de peso. Y se han rasgado vestiduras por la sorpresa, y estamos a la espera de ver si Zapatero se enfada –que ha dicho que no- y de si es verdad que no lo hace, o, una vez más cambiará de postura. De momento, Alonso le ha dicho que respetaba su opinión pero que “se debe al grupo que lo acogió”. Pues no, se debe a los votantes que le eligieron, como sucede en numerosos países de tradición democrática. Para que todos voten igual no hace falta semejante dispendio en diputados y senadores, se fija la proporción lograda en las urnas y con que acudan menos de una docena está resuelto el asunto.

Un amigo mío, Luís Acín, diputado por Huesca del Partido Popular, votó en contra de la invasión de Irak y dejó su escaño. Manuel Cobo, número dos del Ayuntamiento de Madrid, también fue expedientado por decir lo que pensaba. Ambos me ofrecen confianza. A Antonio Gutiérrez le conozco desde que era secretario de prensa de CCOO, siempre fue brillante y coherente. Y lo sigue siendo. Le admiro por ello, por su valentía, y por lo que dice en el artículo.

Menos “partitocracia” y más listas abiertas en bien de la democracia, que los elegidos respondan ante los electores. En el desolador panorama político, mi voto hoy sería para Antonio Gutiérrez. De su artículo extraigo algunos párrafos:

“La confusión entre ganar competitividad en un mundo cambiante y acumular beneficios abundantes, con la mínima inversión y en poco tiempo, como manda la más pura tradición del capitalismo español, ha latido siempre tras las innumerables reformas laborales habidas desde antes incluso de aprobarse el Estatuto de los Trabajadores. En su reforma parcial -y brutal- de 1985 se consagraron hasta ¡16! modalidades de contratación temporal aunque las tareas a desarrollar fueran permanentes. «Los empleos temporales de hoy serán los fijos de mañana», nos espetó el presidente del Gobierno de entonces a cuantos osamos advertirle del destrozo en el mercado laboral que iba a comportar su reforma sustituyendo fijos por eventuales.

En apenas tres años pasamos de tener una tasa de temporalidad del 13% al 30% y en esa dualidad seguimos veinticinco años después. Y no porque se dejaran de hacer reformas, sino precisamente porque se han hecho muchas más al menor bache de la economía pero siempre con el mismo interés de abaratar el factor trabajo como vía principal para recomponer la tasa de beneficio. Reformas, paradójicamente, para mantener el mismo patrón de crecimiento y competitividad. Eso sí es alimentar el inmovilismo frente a la globalización.

(…)

Lo difícil es gobernar con justicia, lo fácil es hacerlo injustamente; y es comprensible que no queriendo admitir que se es injusto se utilice el eufemismo de la dureza. Duro es decirle a ciertos grupos de presión que ya no puede ni debe esperarse que el Gobierno de un país avanzado ampare y subvencione viejas formas de producir por mucho que ganen algunos con ellas a costa del empleo y del progreso industrial del país; difícil es encauzar el emplazamiento a empresarios y trabajadores para mirar de frente al futuro que hace más de un decenio que está pasando por delante de nuestras narices.

Aquí, completo, «Será más fácil despedir que flexibilizar».

Telediarios en 1997

Repasar vídeos antiguos ofrece curiosas perspectivas. Hoy os traigo algunas noticias emitidas en los telediarios internacionales de TVE en 1997, hace 13 años, que –además- engrosan mi “egoteca.”

  •     La ONU andaba buscando cómo afrontar una reforma que la hiciera más eficaz. Koffi Annan, algo más brioso que su sucesor, se lo propuso, pero…
  •     Bruselas decía que la economía española iba bien –todas las «de siempre» lo iban entonces-, y, sin embargo, «necesitábamos ciertas medidas para crear empleo» ¿cuáles? Moderar los –decrépitos– salarios y… ¡flexibilizar el mercado laboral!, la Europa azul no cambia su discurso, lo endurece… Y España creó empleo a pesar de todo, de forma espectacular… cimentada en el «ladrillazo«, con su dinero negro -negro en el pago de los trabajadores que erigen los edificios, negro en la compraventa (al menos en una parte), negro en las comisiones-.

Israel, actualidad infinita. Con el mismo Benjamin Netanyahu al frente, y con idénticas políticas, y el mismo acatamiento a las resoluciones de la ONU. Con el proceso de paz que nunca concluye. Hace 13 años, recuerdo.

El tramo final de los telediarios se distiende. Con Tom Martín Benitez, que se incorporó a lo largo del año, damos cuenta de un par de subastas solidarias. Pertenencias de famosos. En ausencia aún del euro, solía empeñarme en traducir a dólares a nuestras discretas pesetas, no fuera a ser que más allá del Atlántico no supieran de qué cantidades hablábamos. Ayer como hoy, alguien quería tener un objeto perteneciente a alguien conocido. Tampoco es que pagaran cantidades desorbitadas por ello, pero había un cierto morbo: saber qué celebridad «tiraba» más. Año 1997. Aznar en la Moncloa cuando todavía su minoría parlamentaria le llevaba a hablar catalán en la intimidad…

¿Qué ha cambiado en 13 años? ¿Podrían emitirse estos telediarios como actuales sin que nadie notara la diferencia? Sospecho que sí. Los viejos problemas siguen enquistados… pero se han añadido algunos más de enorme gravedad (hablamos de ellos a diario). Y a casi nadie parece importarle. 

 ( Personalmente, ver esto me produce una mezcla de relativa nostalgia y una pizca de frustración. Y, a pesar de ello… redobladas ganas de seguir en la brecha 🙂 Creo yo, no sé).

Abierto el tema a todo tipo de comentarios….

«Cambiar el mundo»

Ha muerto el escritor que quería cambiar el mundo, dice Cuarto Poder. Y recuerda la famosa frase de Saramago antes de recibir el Nobel:

Espero morir como he vivido, respetándome a mí mismo como condición para respetar a los demás y sin perder la idea de que el mundo debe ser otro y no esta cosa infame”.

 También quería hacerlo -con pasión ilusionante- José Vidal-Beneyto, desaparecido hace poco, constante azogue de conciencias:

Sólo una movilización popular e intelectual, insistida y de gran calado, podrá ayudarnos a acabar con tanta patraña y tantas desvergüenzas… (…) ¿Cuándo dejaremos de tolerar tanta ignominia, cuando pondremos fin a tanta abominación?”.

Aún tenemos a José Luís Sampedro alertando contra la «tecnobarbarie» y la degeneración del liberalismo,  allá donde se le requiera. O a Federico Mayor Zaragoza, llamando a reaccionar “porque estamos al borde de un precipicio”. Pero se van apagando voces.

Cambiar el mundo suele ser una labor solitaria y bastante ardua. Los destinatarios de las obras de estos y otros intelectuales, parecen tener asumida la separación entre unas páginas impresas y sus propias vidas. Incluso aman las tramas negras sin reparar en cómo tiznan sus pies y hasta sus conciencias cuando depositan un voto ciego. Las organizaciones progresistas realizan labores parciales, meritorias, pero temo que no tengan espíritu de equipo, de la gran colectividad, de la urgencia del momento, si es eso lo que detiene una reacción conjunta. Es decir, que «cambiar el mundo» es también mover la inmensa losa de los que permanecen quietos o desorientados.

Hay quien piensa que, por muy mal que vayan las cosas, siempre hay un cierto orden que regenera el caos. En la antigua civilización griega ya se planteaban que el mundo no seguiría en pie mucho más tiempo debido a sus errores. Y aquí estamos. La catarsis llega, ciertamente, en buena parte de los casos, con terribles guerras, y hasta plagas, que diezman la población y estimulan el propósito de enmienda.

Hace poco, cuando andábamos buscando “el pensamiento crítico” –no se si en juegos malabares-, Mayor Zaragoza, precisamente, recordó el preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, firmada en 1948, por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Salían de una guerra devastadora, de los fascismos, de una de tantas barbaries. Aquello había que pararlo y que nunca más se repitiera, había que “cambiar el mundo”. Este párrafo del preámbulo, resulta hoy muy significativo:

«Considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión

Sí, los franceses desempolvaron en su día las guillotinas –para luego aclamar a Napoleón, bien es cierto-, las víctimas de la Segunda Guerra mundial –toda la población- quisieron sentar las bases de una nueva convivencia, con uno de los propósitos mas hermosos que se hayan intentado y ¿Hoy? ¿Qué vigencia tendría apelar a que el hombre “no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión”? Atada a las hipotecas, al consumo, a la adocenadora neolengua que sirven todos los muchos portavoces del sistema, la sociedad en su conjunto parece que va a contentarse con las migajas que les echen, si les sobra, y si les parece a los mandamases del «sistema».

Tras tantos siglos, han aprendido las técnicas más sutiles de dominación. Pero Saramago vive en sus libros para seguir abriendo ojos. Y Vidal-Beneyto. Y todos los demás. Y cada ser humano que en cualquier esquina anónima lucha por un mundo mejor. ¿Cambiarlo? El enemigo se ha perfeccionado y sofisticado. Nunca como ahora ha sido labor más apremiante.

Adiós José Samarago

José Saramago ha muerto hoy a los 87 años de edad. Le tomo la palabra a Ramón Lobo. Me he quedado sin ganas de escribir.

Hay dos tipos de escritores: los que se asilan del mundo y tratan de modificarlo desde sus libros y personajes sin otro compromiso que la búsqueda permanente de la excelencia; y los que como José Saramago, que además de escribir obras esenciales como El memorial del convento, El año de la muerte de Ricardo Reis, los dos ensayos, el de la ceguera y el de la lucidez, y la maravillosa Caín, entre otras, son capaces de salir al mundo y tratar de cambiarlo con sus propias manos. Esa generosidad quijotesca la debió heredar de su abuelo, quien antes de morir hace ya muchos años se levantó de la cama, abrazó a los cuatro árboles que tenía en su huerto y se fue en paz, con la tranquilidad del deber cumplido.

Saramago nunca se escondió. Renunció a muchas líneas escritas en su atalaya de Tías, en Lanzarote, desde donde se ve el mar, por salir a la calle y dar voz a los que no la tienen, a los que nadie escucha, a los que nadie ve. Estuvo en todas las batallas en las que había un ser humano al que abrazar, fuese en Chiapas o en Haití, en Argentina, Chile o Uruguay, donde dictaduras sangrientas y crueles dejaron la huella de la otra cara del hombre. Libró batallas en favor de África, del continente oscuro y silenciado por una globalización informativa que solo habla de las cosas del hombre blanco, y otras en favor de sus inmigrantes desde su Lanzarote adoptiva, frontera primera para los que huyen de las guerras, la miseria, las enfermedades y la pobreza. También tomó partido por Palestina y los palestinos, cuya persecución y desgracia comparó con la que sufrieron muchos judíos en la Europa nazi y que le granjeó la beligerante enemistad de todos los gobiernos israelíes.

José Saramago sabía que el premio Nobel de Literatura no era sólo un galardón, el más importante para un escritor, era sobre todo una responsabilidad. Un gran altavoz para una voz que siempre habló en favor de los desfavorecidos, de los que escribió y duplicó en personajes extraordinarios como Baltasar y Blimunda en El memorial, seres que habitaron sus libros dándoles el sentido transcendente de las grandes obras.

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Por Iberia, maestro. Por Pilar. Por los sueños perdidos que habrán de ser retomados una y otra vez.